Veintiséis excusas para no hacer los deberes. Ni una más ni una menos. Y a cuál más extravagante! Este álbum sorprendente de la colección Locomotora es un compendio de pretextos imprescindible para todo aquel, ya sea pequeño o grande, vago o despistado que tenga tendencia a olvidarse de hacer las tareas encomendadas. Se trata de un pequeño gran álbum que destila humor, imaginación, transgresión, ternura y surrealismo. Y nos reserva un final completamente inesperado que de manera indirecta invita, a aquel que ose, a seguir inventando excusas.
El polifacético Davide Cali con un estilo conciso y sin florituras se saca del magín los pretextos más extravagantes en una sarta de imágenes hilarantes que destilan un humor desgarrado, de tan serio. Porque precisamente lo que destaca del libro es la prosa sencilla y austera, que reviste de seriedad y convencimiento cada una de las excusas que se desgranan en cada página, por increíbles que sean. Para muestra, una degustación: cómo se pueden hacer los deberes si tienes que volver un pingüino al polo donde pertenece? O si un grupo de reptiles gigantes han invadido la ciudad? Cómo puedes hacerlo si te han raptado para trabajar en un circo? O si tienes que resolver ese pequeño problema con las plantas carnívoras? Imposible tenerlos hechos si un tornado se lleva tus libros, o de repente, desaparece el techo de tu casa. Quién lo pondría en duda, ¿verdad?
Cada excusa está muy bien acompañada por los dibujos de Benjamin Chaud, que completan, complementan, refuerzan o exageran las excusas del protagonista ofreciendo información añadida que el texto sólo sugiere. De esta manera Chaud abre la perspectiva del lector y le propone una lectura alternativa del texto, tanto o más alocada. Los dibujos, de una simplicidad aparente, esconden una gran complejidad en la ejecución e invitan a pasar un buen rato distraído y disfrutando de la multitud detalles que aportan más razones para la risa.
En definitiva se trata de un cuento bien construido, que ofrece varios niveles de lectura y estimula la creatividad. Porque cada excusa constituye por sí misma una historia, que un lector juguetón se puede aventurar a desarrollar. Este álbum, pues, constituye una buena sacudida para quitar el polvo a la imaginación y afilar el ingenio de los lectores de todas las edades. Un buen ejercicio si tenemos en cuenta que todos, en algún momento, necesitamos disponer de buenas excusas si no tenemos los deberes hechos.