Tener un amigo imaginario es un tema clásico en la infancia de muchos niños y niñas. La existencia de estos misteriosos “amigos” que aparecen (y desaparecen) un buen dia en la “realidad” de los más pequeños es sin duda uno de los grandes misterios que nos quedan por resolver. ¿Cómo aparecen? ¿Por què? ¿Cuándo se van? ¿Por qué los olvidamos tan fácilmente? Todas esas dudas que vuelan por el aire tienen ahora su respuesta.
Para resolver estos “misterios” tan importantes es necesario contar con grandes especialistas. Y por ese motivo ha sido necesario reunir a dos de los grandes nombres de la literatura infantil. El escritor Eoin Colfer y el ilustrador Oliver Jeffers han trabajado juntos para dar respuesta a estas dudas, y para ello han creado el libro Fred, el amigo imaginario, un álbum ilustrado magnífico que aborda el tema de la amistad, desde un punto de vista original.
El protagonista de este libro es Fred, un amigo imaginario. Un buen día con un poco de electricidad, o de suerte, o incluso de magia, puede aparecer en nuestra vida un amigo imaginario como Fred. Y así le pasa a Sam, el niño “real” de esta historia. Entre ellos se forjará una amistad muy singular, ya que comparten aficiones, gustos y proyectos tan importantes como dibujar sus propios cómics.
Todo parece perfecto. Pero, tal y como ya sabe Fred, siempre hay un problema para el amigo imaginario: que aparezca un nuevo amigo real que provoque su desaparición. Él lo sabe, y cuando descubrimos esta situación desde la original perpectiva que nos ofrecen los ojos de Fred podemos entenderle mucho mejor, y así también entenderemos los mecanismos de la amistad.
La nueva amiga real que aparece en la vida de Sam, se llama Sammi. Y encaja a la perfección con Sam, a los dos les gusta lo mismo. Es entonces cuando Fred intuye la tragedia: llega el momento en el queel amigo imaginario se desvanece. Pero justo en ese momento, la historia nos presenta un giro inesperado que nos llevará a tener un nueva visión sobre el concepto de la amistad.

El trabajo en colaboración de estos dos grandes creadores irlandeses resulta espectacular. El texto de Colfer nos invita a ver la realidad desde un nuevo punto de vista, desde los ojos del amigo imaginario. La historia destila la ilusión de la infancia, la emoción que supone compartir nuevos descubrimientos, situaciones que llevan al lector a valorar la importancia de la amistad, especialmente de esas amistades de nuestra infancia que estan llenas de confianza y de inocencia. Pero también hay espacio para aprender que puede llegar la tristeza, la melancolía o el enfado cuando llegan los cambios y las decepciones. En la vida no siempre es todo perfecto, y hay que estar preparado para avanzar y encontrar nuestro sitio.

Las ilustraciones de Jeffers han sabido fusionarse a la perfección con el texto, y como era de esperar, aporta su universo particular a esta historia (os invito a encontrar a uno de los personajes de Érase una vez un alfabeto, que aparece sutilmente en una de las escenas del libro). El diseño de los personajes es extraordinario, con trazos simples y líneas en negro que consiguen transmitir sensaciones. Asimismo, podemos encontrar en los detalles el singular humor e ironía que caracteriza al estilo Jeffers.
Merece especial mención la original forma de plasmar a Fred. Si Colfer ha conseguido crear una historia original llevando el punto de vista del narrador a los ojos del amigo imaginario, Jeffers no se ha quedado atrás. El ilustrador ha dibujado a Fred a base de pequeños puntos (como píxeles) que se concentran o se expanden en función de su presencia en la vida real. Un recurso genial que sólo podía crear una mente tan privilegiada como la de Oliver Jeffers.
El tema de los amigos imaginarios lo podemos encontrar en algunos libros infantiles, pero con el álbum Fred, el amigo imaginario nos llega una propuesta llena de creatividad, que nos propone una nueva perspectiva de las amistad, tanto para los pequeños lectores, como para los adultos.